20 de diciembre de 2009

De relax en Marrakech

El pasado miercoles 16 de diciembre, Willy, Ruiz y yo nos embarcamos en una de nuestra nuevas "aventuras". Faltaba la presencia de Ture, quien por motivos personales no pudo asistir, pero nuestra motivación no decayó. Como en otras ocasiones, la compañía escogida fue Ryanair, más que nada por el precio, de unos 30 € por persona (aunque posteriormente nos enteramos que podíamos haber ahorrado 10 pagando con una Visa Electron).

Día 16 de diciembre: Tras dos horas y poco de vuelo, el avión aterrizó en el Aeropuerto de Marrakech-Menara. Para el control de pasaportes hay que rellenar un formulario de inmigración como a cualquier país fuera de la UE, nada complicado. Una vez allí, lo primero que hicimos fue conseguir unos cuantos dirhams (1 € = 11 dh aprox.). La mayoría de establecimientos por no decir todos aceptan euros, pero no cabe la duda de que salimos perdiendo. También cabe recordar que hay que atrasar una hora con respecto a la Península.

Ya fuera de la terminal, debíamos escoger transporte, y nos llamó la atención un panel informativo con los precios que debían cobrarnos los taxistas (unos 50 dh a la plaza central). Aun así nos decidimos por el autobús, que no era mucho más económico (30 dh ida y vuelta, para canjear en un máximo de 15 días).

Ya por las calles de Marrakech, empezábamos a notar las primeras diferencias, la gran cantidad de motos, gente andando... y en general la imagen que teniamos de España hace bastantes años. Para ser diciembre, la temperatura era bastante buena, de unos 15-20 grados, aunque a veces llegamos a pasar verdadero calor.

Tontos de nosotros, nos bajamos en la parada de la Plaza Jemma el Fna (el centro de la actividad de la Medina (ciudad vieja), sin saber que nuestro Riad estaba algo lejos. Los Riads son como los hostales en cualquier otra parte del mundo, pequeños y económicos; lugares para dormir y si acaso el desayuno (aunque no estaba incluido en el precio de 11 € por noche).

Llegamos a la plaza a eso de las 9 de la mañana, y no tardamos en perdernos en las callejuelas de la Medina, y eso que ya estábamos avisados. Tardamos tres horas en encontrar el Riad, aunque se nos pasaron volando, pues no hicimos más que descubrir las cosas que escondía la ciudad. Al final el director de otro Riad llamó al nuestro para que salieran a buscarnos a una mezquita.

Nada más entrar al Riad, sin ninguna indicación en el exterior, nos invitaron a un té y nos
explicaron un poco acerca de la ciudad, lugares que visitar, excursiones que tenían planeadas. Estabamos bastante interesados, pues todavía ninguno teníamos más de un año de carnet y no podiamos alquilar un coche. También nos dijeron que podíamos beber todo el té que quisieramos así como fumar cachimba.

Un ratejo después nos acomodamos en la habitación, y nos echamos a dormir una horita, pues estábamos bastante cansados. Tras deshacer un poco la mochila salimos a dar una vuelta, y no tardó en empezar a anochecer (a eso de las 17). Paseamos por el zoco perdiéndonos por sus calles, admirando la gran cantidad de tiendas y virguerías que tienen. Hay que reconocer que son bastante pesados a la hora de "venderse", pues no hacen más que insistirte en que pases a ver lo que tienen, llegando a ser irritante.

Poco después llegamos a la plaza Jemma el Fna, donde nos había dejado el bus, y subimos a una terraza para hacer la foto típica de la plaza, y aunque nos pedían una consumición por persona, logramos pagar solo una, ya que se puede regatear en todos y cada uno de los establecimientos de la ciudad. Tras la maravillosa estampa nocturna, volvimos al suelo para contemplar todo lo que había, desde serpientes encantadas, y monos de las montañas (a 10 dh la foto), hasta tatuajes de gena, juegos (pescar botellas, tirar bolos...), espectáculos de magia, etc.

Justo al lado una concentración de restaurantes, donde se puede comer bastante bien desde unos 5 €/persona. Si caminar por el zoco es irritante, pasear entre los restaurantes puede ser peor, ya que te empujan hacia ellos, pero es entendible ya que viven del turismo. Y que decir de la comida, bastante buena en general. Por supuesto probamos los platos típicos, como son el cus-cus (granos de sémola mezclados con carne, pollo o verduras) y el tajine (plato de carne , pollo, etc).

Acabamos bastante llenos y volvimos dando un relajado paseo al Riad, donde nos chocó la imagen de dos niños pequeños esnifando gasolina. Antes de dormir, fumamos cachimba compartiendo mesa con dos chavales australianos, un belga, dos francesas; agradecimos bastante el ambiente que se respiraba en el Riad, fuera del ajetreo de la Medina.

Día 17 de diciembre: Nos levantamos temprano pues teníamos programada una excursión a las montañas (Valle de Ourika). No era barata (45 €), pero era la única que nos podíamos permitir, ya que las otras al desierto eran más caras y más largas. La furgoneta vino a buscarnos a 2 minutos del Riad y nos pusimos rumbo al Atlas.

Nuestra primera parada fue únicamente explicativa a manos de nuestro guía, Mustafá. Nos contó un poco la historia de los pueblos bereberes que habitaban el valle, a que se dedicaban y como sobrevivían, prácticamente gracias a la exportación de aceite. Un rato después paramos en una casa bereber a desayunar.

La casa era gigante, habitada por una familia entera de unas 20 personas (lo típico de la zona). Nos llamó la atención la ducha, pues era una especie de horno a la entrada de la casa y la "granja" que tenían dentro de casa. Tres vacas suministraban leche diaria y lógicamente, a su muerte bastante comida. Después vimos el proceso de elaboración del pan y el del té; para luego tomarlos acompañados de miel, mantequilla y aceite.

Proseguimos nuestro camino pero no tardamos en volver a parar, esta vez para montar en camello. Era una atracción notadamente turística, pero bastante curiosa. Se nos hizó corta pero echamos unas risas. A la bajada, volvían a estar los típicos vendedores ambulantes ofreciendo todo tipo de bisutería.

Tras otro ratejo en la carretera llegamos a nuestro destino final, un pequeño paseo que conduciría a una cascada. No era la más bonita del mundo, pero fue entretenida la ascensión, viendo restaurantes por todo el sendero, metidos en plena montaña. Al regresar paramos a comer en un restaurante típico lo mismo que el día anterior, cus-cus y tajine, pero estaba algo más rico.

Volvimos medio dormidos al Riad , y eso que los paisajes no dejaban de sorprendernos, pero la jornada había sido agotadora. Por la noche, salimos a visitar el barrio de Gueliz (como se conoce la zona nueva). Son dos mundos totalmente diferentes, este último más "occidentalizado".

Día 18 de diciembre: Volvimos a despertarnos temprano (a eso de las 8) pues teníamos pensado coger el bus de las 8 30 a la ciudad costera de Essaouira. Hay dos compañías que realizan ese trayecto, SupraTours y CTM, pero por 5 dh escogimos la primera. Sin embargo, al llegar a la estación lo perdimos y el de las 10 45 estaba completo, por lo que cogimos los billetes para el día siguiente. El precio era de 65 dh (solo ida) pero nos habían dicho que realmente merecía la pena.

A esas horas, vimos un McDonalds en la estación de trenes (cercana a la del autobús) y paramos a desayunar una hamburguesa. No es lo típico, pero sentíamos curiosidad por probarlo allí, y sabía prácticamente igual (si acaso la coca-cola un poco mejor, decía Ruiz). Tras este break volvimos al Riad para dormir un poquillo más, pues no debemos olvidar que el propósito de nuestro viaje era descansar un poco.

Salimos a la hora de comer y volvimos a perdernos entre las calles de la Medina (lo que es totalmente recomendable). Es prácticamente imposible no perderse, ya que las callejuelas no son rectas y se hace facil perder el norte. No obstante, tras comprar unas cuantas chorradas (regateando, por supuesto; los primero precios son excesivos) llegamos a la Plaza Jemaa el Fna.

Esta vez comimos pinchos morunos, salchichas y una asadurilla de higado. Esto último, no era muy agradable a la vista, pero estaba riquísimo. Con la tripa llena, fuimos a descansar a un parque cercano a la mezquita central (La Koutubia), y contemplamos un precioso atardecer.

Volvimos a la plaza para conversar con sus gentes, ya que entre la multitud, había alguno que sabía algo más que ¿Madrid o Barça?, y escuchamos bastantes historias acerca del Sahara, de las especias, etc. Caminando de camino al Riad, se me saturó un poco la nariz, pues en treinta metros conviven olores muy fuertes, como pueden ser el de las especias, animales (vivos y muertos), perfumes, cachimbas... pero nada grave.

Esa noche conversamos bastante tiempo acerca de infinitas cosas con la gente del Riad. Increible lo que se puede aprender solo escuchando las gentes que vagan por el mundo, como un australiano que nos hizo mucha gracia, pues se alimentaba a base de perejil. Allí nos recomendaron la lectura de "Las nueve revelaciones", libro que está apuntado en mi agenda.

Día 19 de diciembre: Esta vez si que no perdimos el bus y tras tres horas de viaje llegamos a la fortaleza costera de Essaouira. Lo primero que hicimos fue coger el billete de vuelta (ya que no se puede comprar en Marrakech) y una vez adquirido entramos en la Medina. Toda ella está rodeada de una gran muralla como en Marrakech, pero esta a su vez tiene cañoñes en gran parte de ella muy bien conservados.

No hicimos más que pasear por ella, y subir a lo alto de la muralla, sintiéndonos al más puro estilo de los guerreros de la época. Otra cosa que nos llamo la atención fueron los contrastes, como en Marrakech. Podíamos ver la calle central repleta de color, con las tiendas, los arcos, las gentes; y su paralela en ruinas, con niños pobres a juzgar por sus ropas, jugando con una "pelota" fabricada con un poco de cinta enrollada.

Paramos para comer un kebab y un shawarma, los cuales no nos disgustaron, y una vez con fuerzas dimos un largo la playa. Mucha gente aprovechaba el fuerte viento para hacer volar sus cometas o practicar el kitesurf (Essaouira habñia sido sede de un campeonato en noviembre).

Nos paramos entonces en la entrada de un parque infantil, pues había un hombre en la puerta. Pedía 5 dh a cada niño por entrar. Nos chocó bastante que se le pusiera precio a ese tipo de "disfrute" infantil. Seguimos hablando con cualquier persona que se nos cruzaba en el camino, y así conocimos bastantes vendedores de galletas que según nos decían llevaban hachís, marihuana y ese tipo de sustancias.

Después vimos el puerto, y una especie de lonja, donde se vendía el pescado del día. Al igual que en otros sitios, la gente se acercaba a hablarnos (sobretodo de fútbol), y al final de la conversación pedían alguna limosnilla. Se la tenían que ganar, por así decirlo, ya que la economía del estudiante no es la de un trabajador, pero siempre nos recompensaba emocionalmente, ya que para ellos un solo dirham puede significar mucho.

Ya nos quedaba poco para que saliera el bus de vuelta cuando empezó a llover. Fuimos a la parada del bus y esperamos. Tuvimos un viaje algo ajetreado, pues por lo visto una señora se mareó bastante, y entraba agua por algunas ventanas, pero conseguimos llegar sanos y salvos a la ciudad. Allí decidimos invertir nuestros últimos 10 dh en el KFC, donde nos dieron dos porciones de pollo, lo cual nos sorprendió).

Día 20 de diciembre:El último día de nuestro viaje nos costó levantarnos a las 6 de la mañana pero logramos llegar a tiempo a la parada del bus para coger el primero del día y llegar al aeropuerto con tiempo de sobra, el cual agradecimos pues se nos plantearon varias cuestiones que no teníamos previstas.

Lo primero fue que debíamos sellar nuestro billete en el mostrador de facturación de la compañía, cosa que no he hecho en nungún otro vuelo con Ryanair. Ya con nuestro sello pasamos el control de seguridad, con unos tocamientos excesivos en el pubis, imaginamos qe por el tema del hachís, pero en ningún caso justificables. Finalmente tuvimos que rellenar otra vez el mismo formulario de inmigración que hicimos a la entrada del país.

Ya en el avión, empezamos a pensar en volver a estas tierras, alquilando un coche, eso sí. Ya que es un país muy cercano al nuestro pero tan distante en cuanto a costumbres se refiere.

Dentro de pocó actualizaré con las fotos.

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